miércoles, noviembre 07, 2012

PEQUEÑOS PLACERES: EL BERCHO


El almuerzo estaba rico. Subimos abrazados al dormitorio, sé que es tu hora de dormir. Te acomodo en mi cama, me echo a tu lado y te doy de mí. Mientras te alimentas acaricio tu cabellito suave y tu oreja. Tus ojitos empiezan a cerrarse. La manito que jugaba en mi pecho de a poquito se va quedando quieta. La tomo y la contemplo. Los nudillos de tu mano son todavía hoyuelitos traviesos y tu mano es una estrella. El sueño comienza a vencerme a mí también. Te abrazo y dormimos.

Mientras todos retoman su posición en el engranaje gigante y la ciudad vuelve a su ritmo caótico de mitad de jornada vos y yo soñamos...

viernes, septiembre 28, 2012

CUMPLEAÑOS FELICES

 
Cuando yo era niña, cuando uno cumplía años invitaba los amigos por teléfono,(discando los números de 6 dígitos) o con unas invitaciones bien estándar pues no había mucha variedad para escoger.

Las masitas de cumpleaños eran por lo general hechas por las mamás y las abuelas: empanadas de queso, rollo de queso, queques varios, una torta lo más bonita posible, galletas y pare de contar. También se compraba bolsitas que decían “feliz cumpleaños” y se llenaban de masitas, algunos juguetes y ya.

Llegaban los amigos y no se acostumbraba contratar a alguien para mantener a los chicos ocupados. No me acuerdo encontrar payasos o magos o animadores para los cumpleaños a los que iba con mi hermana. Las niñas jugábamos “pasara mi barquito”, “San Miguel” o “países” y cuando llegaba la hora de cantar el “japi berdei” nos poníamos alrededor de la mesa, cantábamos,comíamos la gelatina y tomábamos chocolate con leche acompañado de las masitas. La piñata contenía juguetes que eran unos adefesios de plástico donde invariablemente había unas muñequitas pequeñas con forma de bebés de color rosa o anaranjado, platitos y demás utensilios de cocina para las niñas, autitos y soldaditos para los chicos, algunos dulces y chucherías complementarias. A las chicas solían martirizarnos mandándonos a los Cumpleaños con vestido. Odiaba los vestidos y más todavía las medias panty. Mi mamá nos obligaba a ponernos unos vestidos con los que mi hermana y yo parecíamos un par de ángeles, tanto así que a la hora de la piñata, yo (que era una vergonzosa total) solo recogía tímidamente algunos juguetitos que caían lejos del tumulto, pero otras chicas aprovechaban sus vestidos usándolos como bolsas receptoras de juguetes y dulces.

 ¿La música? Algún LP (long play, de esos negritos de plástico con huequito en el centro) con rondas infantiles, que incluían invariablemente el “arroz con leche”, Hola Don Pepito, “la gallina turuleca” y otros hits similares, como el célebre “cumpleaños feliz, cumpleaños feliz te desean tus amigos de Parchis desde el otro lado del mundo. Ya cuando entramos en la adolescencia los cumpleaños empezaron a ser fiestas bailables de chicos y chicas, así que cambiamos “Don Pepito y Don José” por Menudo, Pato de Goma, Michael Jackson, The Police, Men at Work y grupos locales como “Menta”, los éxitos de “Ivia”, y otros que dan para otro post completo.

Pensar que estoy a punto de cumplir cuarenta cumpleaños, la mayoría de los cuales he festejado junto a mimarido. Pensar que ya han sido tantas las celebraciones inolvidables de mis hijos mayores y que faltan todavía todos los cumpleaños de mi Bernardo. Tanta vida, tantos años y lo que sigue siendo importante es festejar junto a las personas que más quieres, con el fondo musical del “cumpleaños felizzz”de los Parchis.

P.D. No se pierdan los enlaces a "Don Pepito" y el mítico "Cumpleaños Feliz" de los Parchís.

viernes, junio 29, 2012

SOBRE NOMBRES Y COLORES...


Y nosotros que creíamos que nunca más nos íbamos a preocupar por esto de poner nombres, y pasadita la mitad del año pasado (2011) nos enteramos de que tendríamos que bautizar a un nuevo pequeño.

Cada miembro de la familia tenía una propuesta diferente: Máximo era la propuesta de mimarido, quien una mañana se levantó con la idea de que nuestro retoño se tendría que llamar como Máximo Décimo Meridio (Gladiator), o sea con la idea de que el bebé tenía que ser tan macho machote que haría llorar a Chuck Norris. Su segunda propuesta era Francisco, por el nombre que le borraron a él cuando entró a primaria y porque quería ese nombre desde que iba a nacer el Sebas (hace doce años y pico). Miguel, la propuesta del Rodri, se inspiraba en Miguelito de Mafalda, un niño soñador y encantador. No era mala idea. Rafael, la propuesta del Sebas, obviamente por Rafael Nadal, uno de sus tenistas favoritos (su favorito es Djokovic). A mí me gustaba Bernardo, pero dado el abucheo que recibí inicialmente, cambiaba de idea cada semana: Rafa, Felipe, Maximiliano…

Finalmente cuando faltaba como mes y medio para el nacimiento del bebé decidimos que el nombre debería ser elegido por ¾ de las votaciones. Sí, en esta casa (a veces) somos democráticos.Ya habíamos decidido el segundo nombre: Esteban, y las propuestas finalistas eran: Francisco (propuesta de mimarido), yo propuse Bernardo, el Sebas quería Rafael y el Rodri no estaba muy decidido, así que él era el voto clave. Otro punto importante: el Sebas no quería por nada del mundo que el bebé se llame Francisco porque –según él- es nombre de comida (como los panchitos/hot dogs de la ciudad de los anillos). Pasaron los días, movimos nuestras fichas y logré convencer a los chicos que era mejor Bernardo que Francisco y se quedó con Bernardo por 3 votos contra 1 (cuento resumido porque en la realidad hubieron amagues de enfrentamientos de por medio).

Definitivamente no es fácil poner nombres a los hijos, y en un principio, cuando son chiquitos, es como si los nombres que les pones todavía no tuvieran forma; pero los vas nombrando, vas hilvanando sus nombres en tus conversaciones, te vas acostumbrando a tejer sus nombres entre palabras cariñosas, empiezas a visualizar su nombre y sus caritas, sus gestos y personalidades y de a poquito te parece que los nombres de tus hijos son los más hermosos porque nombran a los seres que más quieres en la vida. Hoy por hoy, Rodrigo, Sebastián y Bernardo me parecen los nombres (y las palabras) más hermos@s del mundo entero.

sábado, abril 21, 2012

MIÉRCOLES DE "TRANSFORMACIONES"



Los miércoles, el canal Home & Health de Discovery Channel está lleno de esos programas de cambios trascendentales. De pronto muestran una mujer a la que la vida parece haber atropellado a la mala, la humillan un poco recalcando que su ropa, su pelo, su maquillaje y su “estilo” son un desastre total y luego empiezan con la transformación: vestido, pelo alaciado, sonrisa blanca y en muchas ocasiones una sesión de bótox: eso que hace que la gente no sepa si estás feliz, triste o acabas de caerte del catre. 

En uno de los programas incluso, ponen a las participantes en unas casetas de vidrio (a prueba de sonido, dizqué) en un lugar céntrico y las exhiben como animales de feria pidiendo a los transeúntes que calculen la edad de la desdichada y qué es lo que cambiarían en ellas. Por lo general les calculan de 10 a 15 años más de los que tienen en realidad y les observan hasta los vellos de la nariz. Para seguir con el martirio les muestran a las víctimas un video con las críticas más duras y les hacen reconocer que su vida y su cara son una desgracia ya sea porque murió su perro, porque tienen fobia al dentista, porque no se quieren a sí mismas o porque por último no pueden gastar lo suficiente en verse como una mina de la revista Cosmopolitan. Aquí hay que recordar la máxima de “no existe mujer fea, sino pobre” pues todo se puede invirtiendo unos cuantos verdes. 

No tengo idea si es que las participantes en estos programas mantienen los cambios que les hicieron en el programa de TV. Me encantaría que muestren a una de estas doñas uno o dos años después del programa y la transformación para ver qué porcentaje de las participantes se mantiene en el molde en que la han puesto y cuántas de ellas vuelven a soltar la panza, olvidarse de la peluquería, estornudarse en el dentista, andar con la cara lavada y sin bótox aburridas de sonreír con una cara que no es la suya.

Mejor dejo de ver sonseras y me dedico a algo más útil.

lunes, abril 02, 2012

LOS HOGARES DE MIS HIJOS.

Cuando nacen tus hijos, la casa donde vives se convierte en un hogar, en un refugio inolvidable de esos primeros días/años.

Cuando nació mi Rodrigo, vivíamos en un departamento en una calle céntrica de Chuquiago. Era un departamento calientito, con ventanas que daban a la calle ruidosa y desde donde todo el santo día se escuchaban las alarmas de los autos y los bocinazos. Por las noches la música estridente de los borrachines callejeros que parqueaban en nuestra acera era lo más normal. Había también una panadería en la planta baja que nos hacía llegar el aroma del pan recién horneado gracias al cual casi abandoné mi vicio por las marraquetas.

Gracias a esa panadería, el olor que ese departamento tiene en mi memoria es a pan, pero también a nuevo y a independencia (estaba recién casada).

Mi Sebastián vino a "nacer"a Chuquiago, pues esa época vivíamos en Santa Cruz. Cuando volvimos a la ciudad de los anillos nos esperaba el departamento en el piso 11 de uno de los pocos edificios de departamentos que había en esa época. La vista desde ese piso era hermosa: las copas de los árboles y las tejas rojas de las casas, hacían que tengas la sensación de estar en un bosque de cuentos. Desde mi ventana, a lo lejos se veía el humo que salía de San Aurelio y por las noches una pequeña luz verde: el letrero del Diraio Mayor El Deber. El segundo anillo parecía una pista de juguete mientras los micros "vuelteros"del segundo anillo hacían círculos infinitos.

El aroma de ese departamento en mi memoria es a verde, a calor y a familia, pese a que no teníamos a nadie en esa ciudad.

El hogar que le espera a mi Bernardo no es muy diferente a los dos que acogieron la llegada de mis enanos mayores. Otra vez en Chuquiago, ésta casa está en una calle antes tranquila pero ahora ruidosa, y que de a poquito se está llenando de edificios al rededor. Por la noche parece que estuviéramos rodeados de estrellas y si bien desde aquí no vemos al Illimani, sentimos su presencia omnisciente. En diagonal a nuestra casa hay una escuela de fútbol donde casi todos los domingos de Dios hay ruidosos campeonatos que empiezan a las 8 ó 9 de la mañana con las barras de rigor: bombos, trompetas, petardos...

La casa misma suele ser un alboroto constante gracias a la presencia del Rodrigo, del Sebas y de sus amigos que vienen al menos una vez a la semana y -aunque últimamente no mucho- se quedan a dormir. La presencia del Jimbo también se ha vuelto imprescindible.

Para mí esta casa huele a hogar, a compañía, a experiencia y desde hace algunos meses, a futuro.
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