Don Pastor Gabiño era un personaje entrañable en el Barrio donde vivía cuando era soltera, un barrio que originalmente se llamaba Barrio Minero en Miraflores: del Monumento a Busch (no al odioso de George, sino a Germán Busch Becerra) unas cuadras hacia la Plaza Villarroel.
Ser
“Secretario de Conflictos” de los Beneméritos de la Guerra del Chaco
era una de las actividades que más lo ocupaban, así que de vez en cuando se lo veía salir bien enternado y con sus dientes postizos que se notaban a kilómetros, esperando el micro H que pasaba por la esquina.
Volvía siempre con sus traguitos de más, se paraba en la misma esquina de la Guerrilleros Lanza y Honduras y empezaba a despotricar a grito pelado contra el Gobierno de turno y contra los “rateros malditos” que habían llevado al a país a la Guerra del Chaco para llenarse los bolsillos de plata.
Por lo poco que me acuerdo de lo que me contaban mi abuelo y mi papá, Don Pastor era un señor con mil oficios allá en el Centro Minero de Siglo XX, de donde eran la mayoría de los vecinos que vivían por mi cuadra originalmente. Fue peluquero, trabajaba en la maestranza, y también fue miembro activo de algún sindicato entre otras cosas. Tenía cinco hijos: el mayor era el Patricio, el Jaime (de la edad de mi papá) la Charo y la Delia (de la edad de mi tía Ruth), y la Julieta la menor. El nombre de su esposa no me acuerdo ahorita, pero era una señora un poco gordita, muy amable que siempre andaba sonriente.
Desde que tengo memoria hasta el último día en que lo vi con vida, Don Pastor era igualito: bajito, flaco, morenito, sin dientes, los ojos hundidos y los pómulos bien marcados, con poco pelo y las manos un poco deformes. Tenía una placa de metal en el cráneo, “condecoración” de la Guerra del Chaco a la que habría ido muy joven como todos los de su época. Era super ágil. Más de una vez lo vimos subir como una araña la barda de su casa y saltar hacia el otro lado porque había olvidado la llave.
Su hijo mayor Patricio, vivía en Suiza. No me acuerdo si se fue por una Beca o por que lo exiliaron durante el Gobierno de Banzer. El Patricio se llevó después a la Julieta, que nunca más volvió, y así de a poquito a todas sus hermanas, menos al Jaime que es el único que se quedó en Bolivia.
Primero falleció la esposa de Don Pastor, que estaba enferma y estaba internada en el Hospital. Según mis papás, un día que salían a la oficina vieron a la señora cruzando la calle y la saludaron. En la nochesita de ese mismo día se enteraron de que había muerto en el hospital y que desde que fue internada allí nunca salió. Se les frunció el ... alma, pues los dos juran y rejuran que la vieron.
Cuando murió Don Pastor yo ya estaba casada y esperaba no me acuerdo si a mi Rodri o a mi Sebas. En el velorio se escucharon interminables y tristes “boleros de caballería” como fondo. Murió a sus noventa y tantos gracias a sus habilidades de hombre araña y no por alguna enfermedad o de viejito.
Anoche soñé con Don Pastor Gabiño. En mis sueños estaba en las graditas de su casa, que era casi frente a mi casa, pero esta vez no despotricaba contra nadie, esta vez lloraba y recitaba a voz en cuello algunos versos de poemas al campo y a la mina. Cada cosa rara que se sueña uno.