martes, abril 05, 2016

Esta vez


Hace como unos nueve años, mi amiga Clarex, una melómana empedernida, me habló del Vadik. Para entonces yo vivía en Santa Cruz y nunca había tenido el privilegio de escucharlo. Cuando volví a vivir a La Paz, no solo lo escuché, si no que tuve la suerte de conocer al Vadik en persona. 

Dentro de lo que cabe esperarse de una fome profesional como soy yo, me convertí en su gruppie. Me encanta la "sencillez compleja" de las letras de sus canciones que describen todo lo que nos rodea de una forma tan precisa que te despiertan la imaginación, la nostalgia y la alegría en los primeros dos versos. La gama de sonidos que acompañan las canciones hacen que cada una de ellas sea un mundo a parte, pudiendo encontrar desde canciones instrumentales, cuecas, hasta canciones cortitas llenas de feeling, como todas las del disco Minimalia.

Y bueno, todo es cuestión de gustos y colores, pero lo más lindo es compartir esos sentires con los más cercanos a vos, como el Bernardo. Hace varios meses, un día que le acompañé a conocer su nuevo colegio, ni bien empezaron los primeros acordes de una de las canciones del Vadik me pidió que aumentara el volumen y se quedó en silencio de principio a fin -cosa extraña en él que habla hasta por los codos- y desde ese día adoptó a esta canción como su favorita del mundo mundial. La hemos escuchado tantas veces que toda la familia se sabe la letra. Hoy cuando iba a dejarlo al Kinder, me pidió que pusiera de nuevo "su canción" y la cantó a voz en cuello.

Los amores a primer oído, existen. Doy fe.

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