viernes, abril 27, 2007

LOS TRES CHIVOS BRUSE - VERSION CÁPSULA

Había una vez tres chivos que eran hermanitos, pero como a su mamá le daba flojera ponerles nombres diferentes a los tres les había puesto Bruse. A los tres les gustaba el pasto (obvio) y el mejor pastito estaba en el monte. Pero (pequeño detalle) para llegar al monte había un puente, y debajo del puente vivía un duende, de ojos redonnnnndos como platos y nariz laaaarrrrga como palo de escoba.

(- Como la de Pinocho mamá?

- No porque este duende no era mentiroso, la de Pinocho tiene ramitas y si miente mucho hasta el nido de un pajarito, acaso no has visto la película negrito?)

Bueno, como sabían que el puente era peligroso lo habían mandado al chivo Bruse pequeño, el pobre no podía decir que no porque si no los otros dos chivos abusivos le sacaban la mugre, entonces se arriesgó… tripp trapp, tripp, trapp se escucharon sus pasitos sobre el puente.

- ¡Quién es el que pasa por mi puente! -Preguntó el duende.

Imagínense la cara del chivo Bruse pequeño, casi se hace ahí mismo, pero habiá respirado y habiá respondido con su vocecita así apenitas…

- Soy yo, el chivo Bruse pequeño…este… estoy yendo al monte a comer pastito

-Chivo abusivo ¡ahorita voy y te como!- gritó el duende.

El chivo ya no daba de miedo, sus patitas le temblaban como hojas

- ¡Noooooo no me comas esperá un ratito te hago un trato! Habiá respirado profundamente y le habiá dicho: Mirá duende, yo soy muy pequeño, no te vas a llenar. Si esperas un ratito va a venir mi hermano, el chivo Bruse mediano ¡Él es más grande! Y tiene buenas piernas.

- Mmmmm a ver… bueno ya, total eres muy flaquito, tus piernas enclenques más hambre me van a hacer dar. Ya, andate chivo desaparecé hacete feis ahorita o igual te morfo.

Entonces el chivo Bruse pequeño se habiá ido corriendo triptraptriptrap a toda velocidad.

Después de un ratito, al ver que no pasaba nada, el chivo Bruse grande como era un abusivo, lo habiá mandado al chivo Bruse mediano:

Tripp trapp, tripp, trapp se escucharon sus fuertes pasos.

- ¡Quién pasa por mi puente! -Preguntó el duende.

- Este…soy yo, el chivo Bruse mediano- Mi hermanito ha pasado hace un ratito, yo voy con él al monte

-Ah qué chistoso, y yo te voy a dejar pasar no ve? No te pases chivo, ¡Ahora voy y te como!- gritó el duende

-¡Nooooooooo! ¡No me comas! Si esperas un poco, ahorita viene el chivo Bruse grande, vas a ver duende, a mí no vale la pena que me comas, él es graaaannnnnde!

- Bueno ya, pasá apurate antes de que me arrepienta.

El chivo Bruse mediano ha corrido como nunca y ha desaparecido, como una flecha ffffiiuuuuuu!

Cuando al poco rato… TRIPP TRAPP TRIPP TRAPP se escucharon unos pasotes que hacían temblar el puente.

-¡Quién cruza mi puente! -Preguntó el duende.

- SOY YO EL CHIVO BRUSE GRANDE- contestó con una voz así ronca y tan fuerte que casi le hace atorar al duende. - ESTOY YENDO AL MONTE A COMER PASTITOOOO.

-¡Ahora voy y te como!- gritó el duende.

-¡Ven nomás duende trucho, de un sopapo te voy a dejar p’aspa tu cara y de una corneada te voy a mandar lejos así hasta la luna, vas a ver!

(- ¿Qué es paspa mamá?

- Cuando hace frío y no te pones crema a tu cara, la piel se te vuelve dura, se raja y es así como la lima de uñas te ubicas?

- Sí)

Bueno, sigamos... entonces el duende le habiá dicho:

- Pucha qué alaraco eres chivo, ahorita te morfo y hasta ahí llegó tu vida de estrella ñajajajaja- y al acercarse al chivo, este le dio con los cuernos en pleno traste que lo elevó hasta el cielo – ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh gritó el duende y "clic" desapareció.

(- ¿Y los otros chivos qué estaban haciendo mamá?.

- Los otros chivos le estaban haciendo barra pues hijito a ver usá tu imaginación

- Ah yo pensé que ya estaban comiendo

- Buena idea ratita, buena idea).

Bueno, la cosa es que el duende habiá desaparecido… para siempre

(- Se quedó a vivir en la luna?

- Bueno negrito me vas a dejar terminar el cuento o no.

- No terminó todavía mamá?

- No ratita falta un poquito)

Entonces, los tres chivos Bruse estaban chochos saltando de felicidad, yessss

- el monte es nuestro, el monte es nuestro

Habián comido hartísimo pasto, pero hartíiiiiiisimo, y sus barrigas estaban enorrrrrrrrrmes, tanto que ya ni podían caminar y menos cruzar el puente, así que se han quedado en el monte para siempre, felices de la vida. Y colorín colorado, este cuentito se ha acabado. ¿Qué tal?


Este es el cuento favorito de mis hijos, y hoy se los conté de nuevo después de mucho tiempo. Lo teníamos en un libro de cuentos nacionales que se publicaban periodicamente hace años: Correveydile si no me equivoco. La versión que nos ha acompañado por muchos años es la de Víctor Montoya.

viernes, abril 20, 2007

NOCHE DE ZAMBAS

Lo que más me gusta en la vida es una buena charla con un cafesito o con un traguito y lo más importante: buena música.

Lo más difícil ahora que mi querido choli está viviendo en otra ciudad es encontrar con quien departir gratos momentos en la ciudad de los anillos bajo las condiciones anteriormente nombradas, pues al 99% de las amigas que tengo en esta ciudad les gusta la música “pato” (pa tomar) y lo máximo para ellas es una noche con “A Banda Sombra” (un grupo que toca covers de cumbia, reguetón y cualquier música de estas que esté de moda) bailando canciones como “Mi dulce niña” de los Cumbia Kings, bien que hace aaaños que lo menos que parecemos es niñas.

Bueno, en este ambiente lograr convencer a una de las “chicas” para tomar un café en un lugar donde además haya bonita música es una proeza y hoy lo logré (por fin). Llamé a mi amiga Vero y le dije que nos vayamos al “Café 24”. Fui de la ofi a recogerla y llegando al Café suena el celu: era el Rodri para avisarme que el Sebitas estaba con fiebre. Qué emoción. Cada que salgo auque sea a dar una vuelta a la plaza, uno de los chicos se enferma, le duele la cabeza, la barriga, se machuca un dedo, le pica un bicho o tiene gases, pero algo tiene, ya es regla general.

Con la noticia yo estaba con las orejas escuchando la charla pero con la cabeza en la casa pensando en cómo estará el morenito, dando instrucciones por el celu a la Wilma: …"dale Niofén Forte, …sí el de la cajita azul…una cucharilla llena, y si su cabecita está muy caliente ponle pañitos…ajá…está muy caliente?...ya, voy en una hora” - pensando dentro mío que soy una desgraciada al no estar con mi negro que está con fiebre, etc.

Ni modo, acorté la charla, morfé el sándwich mixto en cuatro bocados (tipo Tinelli) llevé hasta por ahí a mi amiga Vero, luego a la farmacia a equipar mi botiquín por si acaso y a la casa en velocidad quinta.

En cuanto llegué a mi casa ¡oh sorpresa! el negro: bien gracias, ya estaba super bien jugando en la compu, todo chocho y los dos con un kilo de tarea por hacer. Y yo que me lo imaginaba durmiendo (como me habían dicho) ardiendo en fiebre. Como para agarrarles del cuello a los tres, a los chicos y a la Wilma.

Bueno, como por suerte para estos chicos su madre (o sea yo) estaba de buen humor, puse en la compu unas zambitas de la Negra (Mercedes Sosa) en volumen 5 –casi el máximo-, mandé a cada uno a su cuarto a hacer sus tareas y yo a controlar de uno a otro lado para que la hagan más rápido. Como las del negrito eran fáciles terminó primero, y antes que le de sueño, tuve nomás que aplicarles el castigo ejemplificador a los dos por interrumpir sin motivo mi cafesito al que a duras penas pude ir: bailar zambas y chacareras.

Yo no soy buena bailarina, pero creo que algo de ritmo tengo. Mis hijitos en cambio tienen tanta habilidad para bailar como un maní, entonces más que zambas y chacareras era una combinación de street fighter y capoeira con pañuelo, pero nos hemos divertido unas cinco canciones por lo menos.

Bueno, hace un ratito se ha dormido el Rodri (el Sebas morenito ha caído primero como siempre).

Mercedes Sosa sigue encantando mis oídos, ahora con “Zamba por Vos”, ca…jo que vozarrón que tiene.

En fin (suspiro), en otra será. Ya tengo mi botiquín equipado y la Wilma sabe lo que tiene que hacer. Espero que la próxima no haya nadie que me interrumpa y pueda disfrutar de una buena charla, un café, un traguito y sobre todo buena música.

martes, abril 10, 2007

AUTO - EVALUACIÓN


Después de diez años de amores con papeles firmados (aunque son dieciséis “de facto”); puedo hacer un balance y concluir lo siguiente:


PRUEBAS APROBADAS (99/100)

1. Ya puedo soportar bromitas pesadas como:

"...Y… no que ibas a ir a la peluquería? Que pasó? estaba cerrada?" (cuando me pasé media tarde en la pelu tratando de cambiar/arreglar mi cara y mi pelo)

"... Claro, vos aquí durmiendo tranquila mientras yo pobre bailando con desconocidas". (Cuando llega a la casa de madrugada y sabe que estoy de buen humor porque sino le llega algún proyectil a la cabeza, por ejemplo: el control remoto de la tele o un zapato).

"...Ya faltan pocos años para que te cambie por dos de 20". (Sí, y para que yo te cambie por uno de treinta y pocos con abdominales de tortuga ninja).


2. Sé lo conveniente que es tener a la suegra de mi lado. (Mucha gente piensa que la Marilusa es suegra de mi marido, cuando en realidad es su mamá).


3. Ya puedo adivinar sus pensamientos de acuerdo a la cara que pone, al tono de voz a los gestos que hace.


4. Las canas, algunas arrugitas y algunos kilitos de más me parecen hermosos.

PRUEBAS EN LAS QUE FALTA MEJORAR (51/100)

1. No he logrado contar hasta 100 y morderme la lengua antes de lanzar la artillería y decirle hasta de lo que se va a morir cuando estoy enojada. Otro problema con mi lengua: si algún amiguito(a) de mi esposo que no me cae hace algún comentario que me llega al huevo le llega nomás algún disparo de mi super lengua muchas veces acompañado de un sarcasmo super emputante.

2. Tomarme un valium mental en algunas oportunidades, total lo cortés no quita lo valiente.

PRUEBAS DEFINITIVAMENTE REPROBADAS (10/100)

1. No he logrado mejorar mi humor cuando se acercan mis "días críticos". En esos días mi marido se convence de que se ha casado con la gemela de Mr. Hide.

lunes, abril 02, 2007

AUTO ADICTA

Mis primeras armas en el volante las hice cuando todavía estaba en la U en una peta (volkswagen) roja o setenta y tantos destartalada pero que funcionaba nomás. Mi ahora esposo tenía una paciencia de monje para enseñarme y casi logro manejar con algunos contratiempos, como cuando no me di cuenta que la llanta estaba pinchada y seguía manejando hasta que el aro quedó cuadrado y mi papá casi me estrangula.

Como vendieron la petita ya no me interesé más por repetir la hazaña hasta hace cinco años, ya viviendo en la ciudad de los anillos.

La primera medida fue entrar a clases de conducir, dos horas cada día por toda una semana en un jeep suzuki verde oscuro que funcionaba a gas.

Luego de aprobadas las clases: a practicar. Ahí fue cuando descubrí que algunas personas cuando firman algunos papeles pierden algunos atributos personales como la paciencia, pues mi adorado consorte ya no era la encarnación de Buda sino un marido común y corriente cero paciencia. Para evitar problemas conyugales y mandadas al diablo (ya faltaba poco), él tuvo la salomónica idea de contratar a un taxista conocido que me lleve a practicar.

El escogido fue un taxista que trabajaba para la oficina de mi esposo llamado Johny, que disponía de una hora entera cerca del medio día para exponerse a la tortura de enseñarme a cambiar las velocidades, reducirlas cuando me acercaba a alguna esquina, y sobretodo salir al campo de batalla: recoger a mi Rodri del Kinder al medio día, hora en que cualquier ciudad es un verdadero despelote.

Así practicábamos todas las mañanas: el profesor con la mano en el freno de mano y blanco como un papel, la alumna agarrando el volante como si de eso dependiera su vida y con el orto fruncido cada que se acercaba a una rotonda y…el Sebas hinchapelotas con dos añitos de vida en el asiento de atrás aburrido y fregando la paciencia como siempre: mamáaaaaa quielo a la casa…. MAMAÁÁÁ o sea, clases de manejo bajo presión total.

Un paréntesis: esa época el Sebitas Aguirre no se separaba de mí ni a sol ni a sombra, tenía que entrar con él hasta al baño, así que ya saben por qué el Rodri y él no tienen otro(s) hermanito(s).

Bueno sigamos, las instrucciones del profesor eran escuetas y siempre usteando a la alumna a la usanza cruceña: neutro, encienda, primera, no olvide soltar con cuidado el embrague…parta…segunda…etc. Mientras el pequeño Sebasmorenitohinchapelotas atrás molestando. Al terminar la práctica las instrucciones eran: estacione, vaya frenando y reduciendo la velocidad, frene, apague el motor (al apagar el motor veía que los colores volvían a su rostro), freno de mano…(y una vez fuera del auto)…ahora péguelo. Otro paréntesis: en la ciudad de los anillos se dice “pegar la puerta” en vez de decir “asegurar” o “echar llave”, así que al decir péguelo el profe se refería a que tenía que asegurar el auto, pero ganas no me faltaban de hacerme la sonsa, aprovechar y “pegar”una palmada bien dada en el trasero del pequeño Sebasmorenitohinchapelotas que hacía la práctica más pesada para todos.

Así que pese a que no conocía muy bien las calles y demás, me fui animando de a poco a manejar, primero por el segundo anillo por donde vivía en esa época, siempre detrás de los micros vuelteros de las líneas 72 y 73 (que dan la vuelta entera al 2do anillo), entrando de a poquito al centro, y así a cualquier lugar al que necesitaba ir.

Es justo reconocer que el que más me animaba a sacar el auto era mi esposo, quien pese a mi "chambonez"me confiaba las llaves y me encargaba cien cosas para que sí o sí saque el auto. Me infundió mucha confianza (pero solo cuando no iba conmigo).

Accidentes? Gracias a Dios nada grave, solo una vez que por pajarear choqué a un auto en la parte de atrás, pues yo gil no me había dado cuenta que el semáforo cambió a rojo. Íbamos camino al aeropuerto a recoger a mi suegra, así que estábamos: la Wilma (mi mano derecha) en el asiento de adelante y los dos chicos en el asiento de atrás. Para mi mala suerte era la época de la Cumbre Presidencial del 2003, así que como nunca había policías en TODAS las rotondas. Con tan bello motivo en cuanto choqué aparecieron policías como suchas (buitres). Lo chistoso es que al ver tantos policías los chicos pensaron que me iban a llevar a la cárcel y lloraban a gritos. Como por suerte el daño al otro auto no era grave, puse los ojos como el gato de Shreck y con el llanto de mis retoños como fondo pude conmover a los pacos y al afectado de arreglar las cosas sin necesidad de ir a Tránsito.

Ahora me confieso autoadicta, ya que sin mi azulito me siento sin una pierna. Sé que eso está mal, pero es una delicia ir de un extremo al otro de la ciudad escuchando la música que te gusta, con aire acondicionado (yessss) y cuando te de la gana. No soy un as del volante, pero puedo asegurar que me defiendo bien y he llegado a conocer la ciudad de los anillos de pé a pá por lo menos hasta el 4to anillo con calles, avenidas mercados, supermercados, tiendas y comercios varios, es decir donde haya que ir allá voy con mi sobretodo de lata azulito.

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