VACACIONES - PARTE I

Estoy en un internet de San Migue haciendo hora para que abran algunas tiendas. Tengo una lista de chuchería y media que comprar pues mañana me voy de vacaciones a Antofagasta, con mis suegros, mi cuñadita de 16 años, mis enanos talibanes y una sobrinita (Katya) de seis años superhinchapelotas que todo el santo día pelea con mi negro Sebastián que es otro hinchapelotas graduado en hiperactividad con honores en sacarte de las casillas. Ambos sufren de sordera selectiva y mucha veces funcionan solo a carajazos. Mi Rodri es un santo a comparación de los susodichos, pero es taaaan pasivo que puedes dejarlo en un cuarto con baño, tevecable, el Almanaque Mundial o una colección de Condorito, un pan y un vaso de jugo de manzana y desperocuparte de él en todo el día. Grrrr.

Nos vamos primero hasta Iquique, donde nos quedamos 7 horas y luego otro vuelo hasta Antofagasta, donde vive y trabaja mi cuñado (el hermano de mi esposo) desde hace muchos años. Mientras esperamos tenemos planes de irnos a la playa, así que tengo que llevar un protector solar factor 100 (como el de Robocop) porque sino a mi Sebas le voy a tener que pedir que sonría para ubicarlo de noche. Con lo negrito que es más todo el tiempo que ha estado en la escuela de fútbol, si seguimos en el plan de exponerlo al sol todo el día, va a acabar azul.

Con mi Rodi no tengo mucho problema como siempre, pero está con la idea de hacerse crecer el cabello. Dice que como este año cumple diez años y le falta solo un año para ser pre adolescente, según él ya no es niño sino cuasipreadolescente, así que no puedo obligarlo a cortarse el pelo. Bueno pues, cuando muera de calor y se sienta como con una alfombra en la cabeza, vamos a ver quien tiene la razón. Total, estamos de vacaciones, cuando volvamos a la ciudad de los anillos todo vuelve a su lugar: se acaba la democracia y vuelve la dictadura de la bruja de su madre, o sea yo.