Hoy subí a un minibús bolivarista, pero tan bolivarista que se respiraba el color celeste. En la parte de atrás del asiento delantero del pasajero había un sticker de un león tipo “Thundercat” todo musculoso y bravucón vestido con el uniforme del equipo académico, rugiendo a todo pulmón. Tenía un tigre hecho papilla bajo sus pies y en la mano (o garra) izquierda, la polera del Strongest, como si se la hubiera arrebatado de un zarpazo al pobre tigre vencido. En varios lugares del vehículo había stickers de pelotitas de fútbol celeste y azul o celeste y blanco, o stickers con el nombre del Bolívar o frases como “Bolívar papá” o “si quieres celeste que te cueste”. Otro león parecido al del asiento de adelante estaba en el vidrio lateral, ese de donde el “voceador” saca su cabeza para anunciar la ruta del mini. Tanta exageración rayaba en lo que muchos llamarían "contaminación visual" o "cholivarismo agudo".
El conductor del minibús tenía las orejas de color café chocolate y era joven nomás, no ha debido tener más de 25 años. El voceador de unos doce años tenía la polera del Bolívar. Este changuito era flaquito, de cabello lacio que le caía en dos mechones sobre los ojos achinados de mirada desconfiada y de cachetes medio p’aspas (rajados por el frío). Anunciaba bien, no se saltaba ni una esquina sin decir: SanJorgeObrajes, CalacotoSanMiguel uno cincuentaaaaaa… diferente al del minibús en que me fui en la mañana, donde un gordito medio inutilango se olvidaba de anunciar la ruta, aún cuando el chofer tocaba la bocina tres veces en casi cada esquina y le decía “¡anunciá ps chico!”.
Como nunca, me quedé tan mareada con tanto cholivarismo que ni me acuerdo si había o no música. Además que el changuito era el típico voceador eficiente que a parte de anunciar la ruta en cada lugar donde habían potenciales pasajeros, sacaba su cabeza de rato en rato para fijarse si algún minibús de la “competencia” estaba cerca y le decía al conductor “el 214 viene jefe, medio vacío está” y el “jefe” apretaba el acelerador dejando entrar el viento por la ventana bolivarista haciendo volar los mechones cubreojos del voceador de ojos achinados. En cada lugar de la ruta, donde suele subir o bajar gente, la típica pregunta: “calle dos alguien baja?????” si nadie respondía, decía “nadie” no “nadieS” como generalmente se dice en estos casos.
No se llega muy rápido a destino en Minibús, pero el hecho de que cada subida y bajada (del centro a la zona Sur) sea una historia diferente es una delicia, no importa si escucho solo cumbia villera todo el camino, o si el minibús está sobrecargado de stickers y adornos que lastiman la vista o si el voceador grita la ruta cerca de mi oreja. Además de que a veces me siento dentro del cuento de Beto Cáceres (Línea 257) y me imagino que el voceador es el “Bombillas”.
11 comentarios:
Me has hecho acuerdo en cochabamba cuando estudiaba en univalle 45 minutos hasta tiquipaya, parando en cada metro jejjeje
un abrazo
Hace muchísimo tiempo que no subo a un minibus... ya no recuerdo cómo es.. aunque pude bien imaginar las escenas :)
Lo siento, no pude leer sino la primera frase y tuve que abandonar. Me quedé en eso del minibus bolivarista con olor a bolivarista y me dio algo así como una harcada. Espero que te hayas bajado del mini a tiempo y no te hayas contagiado del olor, por el bien de tu familia, tuas amigos, la gente que te conoce...
Parece que la Vania se está volviendo una urbandina... pero asi es, lo pintoresco delo cotidiano. Me gusto tu foto (digo la del minibus)!
Cada vez soporto menos los minibuses, son muy incomodos ademas que dentro tienes que estar sometido al ambientador natural, ademas debes de forzarte las articulaciones contra los fierros de los asientos uff!!
Para subir y sentarte tienes que tener algo de equilibrista y para bajar debes de ser algo temerario.
Prefiero el microbus :-).
Mira vos, el micro bolivarista circulando por zona strongista, la vida te da sorpresas y viceversa como dice la cancion de ruben blades. Saludos.
mientras leía me pareció escuchar de fondo la canción de "Atajo" - "Sale ceja" saludos desde cocha.
Me encanta viajar en minibus, puede pasar cualquier cosa, da para una novela la vida del minibus.
Cuchita: Cierto, hay que tener una paciencia de Job y mucho tiempo para ir en transporte público. Hoy me reconcilié con mi azulito. Quiensabe prescinda del minibús mientras dure la emoción. Besos.
Nella: Yo también me subí después de muucho a un minibús. Buena experiencia. Abrazos mil.
Julio: jajajaja ya me imagino que vos directamente hubieras preferido irte a pie que en un minibús tan choli. No eres el único. Como yo soy medio pasa pasa, no me hago lío. Un gran saludo.
Santiago: Es que estoy retomando mi "urbandinidad". Rápido una se acuerda de esas costumbres, había sido como manejar bicicleta nomás. Un abrazo.
Diego: Tiees razón en muchas cosas, es como meterse a una lata de sardinas con las rodillas dobladas, pero para gente pequeña como yo no es tan incómodo. Un saludo.
David: Hasta ahora no he subido a un mini stronguista. Estoy 100% segura de que los hay, así de contaminantes visualmente como el del Bolívar. Un saludo hasta Santa Pué.
Marze: Para mí a mejor canción de Atajo. Un saludo.
Osezno: Cierto, el otro día iba en el último asiento, y en las tres filas de adelante habían de a dos cholitas sentadas lado a lado con sus sombreros modernos (esos de copa más alta que la normal) charlando y riendo. Por más que el mini pasó por un lugar empedrado, sus sombreros no se movieron ni un centímetro. Equilibristas las señoras. Un abrazote.
Todavía no entiendo ¿que tiene que ver el león con el choli? siempre me parecieron chistosos esos afiches; ojo que también hay afiches con un Tigre musculos sacándole la mugre a un león...bué parte del folklore del fútbol.
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