Los miércoles, el canal Home & Health de Discovery Channel está lleno de esos programas de cambios trascendentales. De pronto muestran una mujer a la que la vida parece haber atropellado a la mala, la humillan un poco recalcando que su ropa, su pelo, su maquillaje y su “estilo” son un desastre total y luego empiezan con la transformación: vestido, pelo alaciado, sonrisa blanca y en muchas ocasiones una sesión de bótox: eso que hace que la gente no sepa si estás feliz, triste o acabas de caerte del catre.
En uno de los programas incluso, ponen a las participantes en unas casetas de vidrio (a prueba de sonido, dizqué) en un lugar céntrico y las exhiben como animales de feria pidiendo a los transeúntes que calculen la edad de la desdichada y qué es lo que cambiarían en ellas. Por lo general les calculan de 10 a 15 años más de los que tienen en realidad y les observan hasta los vellos de la nariz. Para seguir con el martirio les muestran a las víctimas un video con las críticas más duras y les hacen reconocer que su vida y su cara son una desgracia ya sea porque murió su perro, porque tienen fobia al dentista, porque no se quieren a sí mismas o porque por último no pueden gastar lo suficiente en verse como una mina de la revista Cosmopolitan. Aquí hay que recordar la máxima de “no existe mujer fea, sino pobre” pues todo se puede invirtiendo unos cuantos verdes.
No tengo idea si es que las participantes en estos programas mantienen los cambios que les hicieron en el programa de TV. Me encantaría que muestren a una de estas doñas uno o dos años después del programa y la transformación para ver qué porcentaje de las participantes se mantiene en el molde en que la han puesto y cuántas de ellas vuelven a soltar la panza, olvidarse de la peluquería, estornudarse en el dentista, andar con la cara lavada y sin bótox aburridas de sonreír con una cara que no es la suya.
Mejor dejo de ver sonseras y me dedico a algo más útil.