¿Qué hubo que cambiar?
- Para empezar la pintura: era de un naranja bajito medio “tumbo” con detalles amarillo ictericia. Pintamos el que tenía que ser un color hielo, pero salió medio lila. Casi me muero. Opté por lo más práctico: convencer al Contador, a la de limpieza y mis vecinos de la oficina de al lado que digan que es plomo y punto. Está prohibido decir lila en esta oficina. Por lo menos mientras esté aquí mi jefe.
- Las cortinas parecían el sudario de Cristo de lo viejas que estaban. Había unas (de la que es ahora la sala de reuniones) que eran rojas, como si hubieran pertenecido a Drácula en sus buenos tiempos. Le pusimos unas persianas bonitas de piso a techo medio grises, así disimulan el lila de las paredes. ¿Quién dijo lila? El plomo “alilado”.
- El aire acondicionado principal venía con un monito que daba vueltas a la cola de un mamut que soplaba (mentira) pero sonaba como si ese procedimiento (el del monito dando vueltas a la cola) estuviera pasando de veras. Trasladamos nuestro super aire silencioso Galanz 3000, aunque con el frío de estos días no los hemos estrenado todavía.
- Las lámparas/ventilador chinas y una lamparita amarillo encendido que parecía de “casa de citas” las cambiamos por tubos fluorescentes.
Todo sería una maravilla, pero los técnicos, carpinteros, plomeros, y todos los “eros” son alucinantemente incumplidos, hay que andar llamando e incluso recogerlos si es necesario para que hagan las cosas ya ya. Sería interesante hacer las cosas como en
Ahora está casi todo. Faltan detalles del Baño (parece el de Aureliano Buendía) y la cocina. Espero que la paciencia no se me agote.
Voy a hacerme reembolsar con la oficina un tinte para las canas verdes que me han salido de tanto renegar.