Cuando mi marido nació, le pusieron 3 nombres: Vladimir (cosas de mi suegro), Alejandro (mi suegra) y Francisco (la abuela Michi). Así con tres nombres se quedó hasta que tenían que inscribirlo en el colegio. Como era tan largo mi suegra le hizo borrar Francisco y le dejaron nomás con Vladimir Alejandro. Claro que se le quedó lo “Pancho” como siempre le digo. Es la persona más pancha que puede existir, nada le afecta, todo es “serena morena, no pasa nada” y yo dando cabezazos en la mesa.
Claro que TODOS opinaban. Mi suegro quería que se llame “Vladimir Emmanuel” mi mamá como siempre tan práctica tenía una lista (anverso y reverso) de nombres por orden alfabético, mis tías sugerían Nicolás, la abuela Michi tenía la idea de que combinemos nuestros nombres (Vladimir y Vania) o le pongamos un nombre con W.
Como mi cuñado – el hermano de mi esposo- también es Rodrigo, le buscamos un segundo nombre: Ignacio. Ya no me acuerdo porqué pero el Rodri quedó como Rodrigo Ignacio, y así como Doña Florinda llamaba a Quico “Federico” cuando se enojaba, cuando el Rodri me está llegando al copete es “¡RodrigoIgnacio!”. Mi ratito hermoso con lunar en la mejilla y ojos redondos como platos.
Con el Sebas fue más reñida la cosa. Mi marido quería que se llame Francisco Alejandro, yo Sebastián. No sé porqué no se nos ocurrían nombres de niñas. Pero bueno, la pelea era de todos los días. Incluso algunas noches nos dormíamos enojados porque mi marido decía que le iban a decir “huebastián” pero yo sabía que no iba a ser cualquier huebastián sino “El Sebas” o sea ningún tribilín y como que es “El Sebas”, ningún huebastián por si acaso. Cuando ya estaba entrando a quirófano para que nazca el Sebas mi querido Choli estaba poniendo nombre al “video” que iba a filmar y tuvo la osadía de estar empezando a poner “Francis…”, casi me bajo de la camilla por nada más, pues se llama Sebastián y punto. Así quedó como Sebastián Alejandro, el moreno chaskañawi hinchapelotas preguntón que es ahora.
Respecto a mi nombre… a mí me bautizaron de emergencia, porque mis abuelos estaban en
En fin, a veces hasta uno se olvida de porqué pone los nombres a sus hijos, pero en ese momento (el de poner los nombres) tengan por seguro que los papás no lo hacen por arruinarles la vida, a menos claro que les hayan puesto un nombre extremadamente feo y sin un significado, lo cual sería muy raro. Todos los nombres tienen su “lindo” después de todo, hasta Rosemary.