martes, junio 06, 2006

DOMINGO

Los Domingos son únicos. Cada familia tiene una rutina propia que define más tarde el color y el olor de los recuerdos en los hijos.

Cuando yo era chica, mi Domingo era levantarme con un delicioso desayuno, del más variado porque mi papá siempre ha sido antojadizo y mi mamá consentidora de sus gustos, entonces los desayunos más memorables incluían: llauch'as del mercado Camacho con té (se me hace agua la boca), o api con "pastel" (o sea unas empanadas fritas con relleno de queso, infladas y con la "piel" con puntitos ah, y con azúcar granulada encima), empanadas y todo tipo de masitas o la simple pero inolvidable marraqueta crocante con queso "de chola" (así le llamábamos al queso criollo paceño) pero siempre con té o "Toddy" sin leche (yo odiaba la leche pero mis hermanos son como terneros hasta ahora), ah y me estoy olvidando de los buñuelos de la plaza Villarroel. Cuando mi hermana y yo íbamos a comprarlos, se nos pegaba ese olor a fritura y los perros nos perseguían por varias cuadras.

Luego un baño-engrase-fumigado que nos daba mi mamá: con cortada de uñas, encremada hasta las orejas, limpieza de orejas, desenredada de cabellos (cuando nos lo dejábamos largo que era rara vez) y después oliendo a limpio, a la cocina (no a Misa como se imaginaría cualquier hijo de vecino). Mi mamá cocinaba solo los Domingos, pues de Lunes a Viernes laburaba como Dios manda (lo sigue haciendo hasta ahora) y los Sábados era día de hacer Mercado en el Rodriguez (tipo Abasto en la ciudad de los Anillos). Además de que la empleada de turno (La Margarita y después la Alberta) tenían su día libre.

El programa que escuchábamos en la radio se llamaba "un Vals y un Bolero" y duraba de 10 a 12, o sea todo el tiempo que estábamos en la cocina. Pese a que todos los Domingos de Dios le ayudaba a mi má en la cocina, lo único que se me ha quedado de la experiencia son los Boleros, pues como cocinera soy un desastre. Además que más de una vez la sobornaba a mi hermana para que ella ayude o ella cocine a cambio de prestarle por un mes un par de zapatos X o regalarle una blusa en pago. Yo prefería solamente lavar los platos.

Después del almuerzo que era a las 12 en punto o 12:30 a lo sumo, a leer el periodico, comer fruta y dormir una deliciosa siesta, para más tarde ir a dar una vuelta donde alguna de mis tías a cuchichear. Cuando llegaba la nochecita, a hacer tareas para el Lunes mientras mi mamá se arreglaba y se pintaba las uñas y mi papá y mi hermano Oskar (que era pequeñito) veían la tele. Luego a dormir y chau Domingo.

Lo que me queda de esos Domingos es la maña del lavado - engrase y fumigado a los talibanes, con cortada de uñas (garras), limpieza de orejas y encremada de pies a cachetes para alistarlos e ir a comer a algún lado. También se me quedó la letra de muchos valsesitos peruanos y boleros de toda índole, y cuando mis hijos se ponen chinchosos en el auto haciendo berrinche por algo, afino mi voz de gata electrocutada y les interpreto un valsesito o un bolero, no para que se callen y me oigan atentamente por mi melodiosa voz, sino para torturarlos. Claro que para mí esa música no es una tortura, sino una fuente de recuerdos domingueros con olor a la cocina de mi mamá.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mis domingos...siempre donde mi Tete (mi abuelita), generalmente me quedaba a dormir los sábados en su casa así que el domingo estaba todooooooo el día en pijama...que hermosura jaja clinuda y en pijamas el día entero.

Bueno desde el 2001 si mal no recuerdo que vivimos en la casa de Tete mi madre, mis hnos y yo, así que el domingo continuó como siempre: levantarse a las once leer el periodico y el resto siempre variaba, ya que todos mis tíos y mis primos nos encontrábamos ahí los domingos.

Ahora con mi amor...nos levantamos tipo 8 o 9 o depende que hacemos el sábado jajaja...leemos el periodico y...."somos felices"

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