lunes, noviembre 29, 2010

LA FURIA DEL RÍO


"La Furia del Rio" de Claudia Peña Claros, es un relato sobre cómo las personas podemos respirar/vivir (con) la injusticia y no hacer nada hasta que se apodera de nosotros la rabia y se desbordan los ríos -furiosos- llevándonos por caminos sin regreso.

El asesinato de Manuel, el mejor jugador de fútbol del pueblo en manos del hijo del patrón es el hecho que desencadena la furia. Esta historia es narrada desde varias voces, desde varias miradas: desde la tristeza e impotencia de Eleuterio Medina, padrino de Manuel ("No saben llorar los hombres del llano, porque no necesitan lágrimas cuando los días transcurren entre toros bravos y sudor de caballos. Fue entonces torpe y primigenio el llanto de Eleuterio Medina".) la voz de la furia en los pobladores que buscan justicia (¿Qué mal viento se apoderó de nosotros? ¿Qué voz de odio nos carcomió las entrañas? No sabíamos mirar así, con hambre de sangre y venganza. Siempre habían estado claros nuestros ojos, limpios nuestros pasos. Hasta que llegamos a ese día, interminable como la muerte.") y dos miradas indispensables: la de la madre del asesino y la madre de Manuel, la víctima. Ni el fin del mundo ni cataclismos afines pueden compararse al inmenso dolor de perder un hijo y Claudia tiene las palabras precisas para expresar el sentimiento de una madre si la muerte le arrebata a su hijo.

Muy de acuerdo con Virginia Ayllón quien hizo un análisis de lujo en la presentación de este libro hace unos meses: esta es la primera novela de Claudia Peña, pero Claudia no pierde su esencia de poetisa al narrarnos los hechos desde perspectivas tan íntimas.

"La furia del río" llevaba más de dos meses en mi cartera, y no por falta de viajes en minibús o idas al Banco que son los lugares donde aprovecho para desconectarme del mundo y leer un poquito, es que necesitaba un silencio sin interferencias para poder sentir(me en) la intensidad de la voz de los personajes.

Acabo de guardar "La furia del río" en el aparador donde guardo los libros imprescindibles.

lunes, noviembre 08, 2010

PEDRO, EL ALQUIMISTA


Esta foto es de Jorge Barrios y llegó hasta la Cápsula gracias al amigo Tincho

"En tu cuerpo a flor de fuego tienes paloma..."cantaba la voz de la entrañable negra Sosa en el parlante de la computadora de mi oficina. Al ratito se me puso la piel de gallina como siempre que escucho esa fuerza telúrica dentro de esa inconfundible voz. "...Y mi sangre como grasa tiene paloma..." cantaba en la segunda estrofa Pedro Aznar-hasta ese momento un casi desconocido para mí- y el ambiente gris de la oficina se tornó de colores. Así conocí a Pedro.

Las entradas para Platea en el Teatro Municipal se agotaron un mes antes del concierto, al igual que las mejores mesas para el show en el Hotel Raddison. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan ansiosa antes de un concierto, hasta que llegó la noche del 22 de Octubre en el Municipal.

Antes de abrirse por completo el telón empezamos a escuchar los primeros acordes de "Quebrado" y cuando Pedro empezó a cantar "...como un océano... como un mar..." el corazón se me hizo un nudo que no se deshizo hasta que termino la última canción. "Alcira y la torre" fue la segunda, seguida por "Él" con el sello iconfundible del bajo de Pedro. La poesía de "Nocturno suburbano" fue la siguiente. Cantó "Décimas" (con esa tristeza sempiterna) y la hermosísima "Zamba de Carnaval" que mi amigo Marco cantó con todo el feeling imaginable. "...No te pone triste, no te da dolor..."(Qué pena) fue la siguiente para regalarnos despues una tanda de tres canciones para las que quedó solo en el escenario, solito con toda la carga de sentimientos y colores que es Pedro. Luego del intermedio más de mis canciones favoritas como "Lina de Luto", "Clarosuro" y las imprescindibles como "Angie", "Fragile", "While my guitar gently weps". Termina el concierto, pero la gente no se va y pide que Pedro vuelva al escenario. Canta dos canciones más para cerrar el show con una inolvidable versión unplugged del "Blues de la Piedad" que canta así a capela y junto a sus músicos sentados en el borde del escenario, dejándonos con la misma sensación que tienes después de haber asistido a un banquete, saboreando cada nota, cada acorde, cada canción.

Pedro es un alquimista de la música mezclando ritmos, acordes, voces, sentires y matices.
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