El Jacobo estaba totalmente convencido de que nunca debería haber nacido. Y no es que su vida haya sido una desgracia, tenía hartas chicas. Todas las del barrio lo perseguían, lo llamaban. La sobrina de Doña Francisca de la tienda de la esquina, ¿te ubicas? la flaquita medio pecosita, ella se ha entrado una vez a su cuarto de ocultas hace unos dos meses. Nadie se ha dado cuenta pero yo la he visto salir de madrugada del cuarto del Jacobo, con su chompita roja como una sombra, la hubieras visto. Y tan hecha la santa que es la birlocha esa no?
Lo que pasa es que a veces, mi mamá se tomaba sus traguitos con la comadre Brígida. La vieja esa venía con su botella de singani, y entre charla y charla se soplaban todo el trago. La tal comadre aguantaba nomás y como si nada se iba cuando la botella se terminaba. Mi mamá en cambio, bien polla es, no sé por qué tomaba, no entiendo. Cuando se iba la comadre, seguía tomando lo que encontraba y se empezaba a acordar de todas las desgracias de su vida… que se había casado muy joven, que su papá la había obligado a casarse con el desgraciado malnacido de mi padre, que su vida era una mierda, que mi papá la había dejado con toda la carga de la casa por irse con otra mujer… y así un sinfín de tragedias que mi hermano y yo teníamos que escuchar calladitos, porque aunque estábamos durmiendo nos hacía despertar con su llanto, porque mi vieja llora a gritos, no te imaginas, no sé cómo el viejito de al lado ese medio cojito como se llama… ah, Don Aurelio, no sé cómo Don Aurelio no la escuchaba, si nosotros nos despertábamos al tiro cuando empezaba la lloradera. A nosotros más nos hacía llorar vieras.
“¡Me quiero morir!!!!”decía con los ojos llenos de lágrimas,
“mi vida es una mierrrrda” y después lo miraba al Jacobo, así con unos ojos llenos de rabia que me hacía asustar, unos ojos que parecía que se iban a salir y siempre, siempre le decía
"por tu culpa me he jodido la vida, si vos no hubieras nacido, nunca lo hubiera tenido que aguantar al desgraciado de tu padre" y el Jacobo no le decía nada, le miraba nomás aguantándose las lágrimas y las ganas de mandarla al diablo, porque a ver que te digan eso, te cagan no ve? Lo peor es que al día siguiente mi vieja como si nada se despertaba, hacía el desayuno, cocinaba, se iba a hacer sus cobranzas…como si nada, como si nunca le hubiera dicho nada al Jacobo, nunca le ha pedido perdón, nunca le ha dicho que era una mentira eso de que ella se arrepentía de haberlo tenido, nada, todo normal y nosotros tragándonos el show de la noche anterior. Y eso de decirle esas cosas al Jacobo era de siempre, desde que me acuerdo. Cuando él hacía algo mal, ya le saltaba con que
"es que vos has venido a este mundo para fregarme la vida nomás" de cualquier cosita, si hacía caer algo sin querer, si se tropezaba, y si sacaba alguna mala nota era el acabose, le sacaba la quinta maña. Nunca nada cariñoso, ni cuando hacía algo bueno, nunca.
Cuando el Jacobo se ha empezado a juntar con el Pablo y sus amigos de la plaza han empezado a tomar mucho, demasiado. A mí mamá parece que no le importaba, no preguntaba dónde estaba, ni porqué no había llegado a dormir, nada, como siempre su rutina, cocinar, ir a cobrar, volver, comer, dormir… y el Jacobo perdido. Yo llorando le decía que lo vayamos a buscar, pero ella nada,
"es pues como tu padre, qué más puedes esperar, debe estar con alguna birlocha". Pucha, yo lo esperaba al Jacobo, me daba pena. Dos veces lo he ido a buscar al bar de Don Julio y llorando lo he convencido de volver a la casa. A mí nomás me hacía caso,
"ya hermanita" me decía, y yo le llevaba una chompa y lo traía de vuelta. Cuando llegábamos todavía mi mamá le hacía escándalo, que
"borracho de mierda" que
"eres igual a tu padre", que
"eres un bueno para nada"... qué martirio, así yo tampoco volvería para que me trapeen tan feo. Con más ganas tomaba el Jacobo, peor se perdía, nunca le decía nada…nunca le respondía.
Un día que estábamos solas en la cocina preparando el almuerzo la he mirado bien. No podía creer su tranquilidad mientras el Jacobo estaba quien sabe dónde. A mí que me carcomía la bronca por su indiferencia con mi hermano, ¿acaso no somos los dos sus hijos? ¿acaso no le ha dolido parir?. Un rato de esos la he agarrado del brazo para que me mire y le he dicho: el Jacobo ya no va a volver y es por tu culpa, mucho lo molestas, ¿no lo quieres? Ella se ha soltado el brazo, ha encendido la radio y no me ha contestado ni sí ni no. Ha seguido cocinando como si nunca me hubiese escuchado…
Por eso, me parece hipócrita que ahora esté deshaciéndose en llanto, como si hubiese sido una madre abnegada, como si lo hubiera querido al Jacobo…
Que Dios me perdone, pero a veces… a veces no, cada vez estoy más segura que ella lo ha matado. No, no con la pistola, el Jacobo solito se ha volado la cabeza. Es que la indiferencia también mata no ve?... la indiferencia y las palabras pueden matarte de a poquito, no el cuerpo, te matan el alma y eso es más grave, porque mi hermano ya no tenía espíritu, estaba como vacío. Cada vez que ella le decía al Jacobo que no debería haber nacido le pegaba pues un tiro en el corazón… ella… no sabes cuánto la odio ahorita…ella… ella debería estar en ese cajón ahorita, no mi hermano, no el Jacobo.