El miércoles de la anterior semana me comunicaron en la oficina que tendría que ir a Santa Cruz.
Si bien ese fin de semana estaba con un resfrío de muerte, y pese a que mi jefe me había advertido que el viaje no iba a ser muy agradable (por lo del oído en el avión) me lancé nomás al éxito el Lunes en el último vuelo de Aerosur.
Como llegué medio indispuesta al Aeropuerto de El Alto, me tomé una pastillita antimareos y desde que me subí al avión hasta que llegamos a Santa Cruz perdí el conocimiento, dormí como una bendita pero me desperté sorda del oído derecho.
El calor me recibió como si me hubiera esperado. Yo chocha de la vida con eso de poder andar sin chompa/chalina/botas ni medias de ningún tipo. Además que siempre llego a la casa de mi tía Marta, que es una especie de SPA para mí porque me malcrían de lo lindo.
En todas las reuniones del Martes el aire acondicionado a full era una delicia, al salir de las reuniones, el calorcito daba gusto, pero (pequeño detalle) como seguía super resfriada, la madrugada del miércoles mi oído cobró factura. Eran como las tres de la madrugada y me desperté con un breve dolor de oído que se fue haciendo más y más fuerte conforme pasaban las horas. Yo que intentaba distraerme viendo tele (nada) , leyendo mi librito (nada) hasta leí Vanidades y todos los últimos chismes de las estrellas y mi oído estaba cada vez peor. Esperé a que sean las 6 de la madrugada (las tres horas más largas de mi vida) porque no quería molestar a mis tíos, que al final igual se levantaban a esa hora, así que a las 6 me fui a la clínica volando.
Como siempre en la clínica te atienden con una parsimonia única: que nombre, edad, de qué seguro eres (es lo primero que te preguntan) y yo que zapateaba de dolor de oído imaginándome la forma de poner un paquete de cohetillos en el trasero de esa recepcionista menudita y con tacones de malabarista para que por favor se apure. Luego de que me atendió el médico me pusieron dos inyectables y me pidieron que vuelva a ver al otorrinolaringólogo a media mañana. Llegué a la casa, dormí como una santa por unas dos horas y luego organicé mi mañana, pues era imposible laburar con esa sordera casi total y esa molestia del resfrío en general, como si me hubieran agarrado a patadas. Con todo eso, el Miércoles, cancelado.
El jueves y el viernes se pasaron en ir y volver de algunas reuniones, trámites, médicos y pinchazos. El Sábado en el primer vuelo, previa dada de alta del otorrinolaringólogo, volví a Chuquiago.
Conclusión: si bien disfruté del calorcito y del "SPA" de mis tíos donde se descansa una belleza y se come delicioso, terminé más pinchada que pelota de barrio (por los 6 inyectables). Apenas pude ver a algunos amigos, no pude ir a
Todavía el resfrío no se ha ido, pero de a poquito se me están "desresfriando" primero las ganas, porque como que uno se resfría entero. Si bien no tengo mucho apeto ni antojos de ningún tipo (soy antojadiza por naturaleza cuando estoy sana), estoy guardando todas mis ganas y mis pendientes para el próximo viaje. Espero sea pronto.