lunes, enero 04, 2010

GULA FINDEAÑERA


La peor sonsera que uno puede pretender hacer en un fin de año es pensar en adelgazar, pues Diciembre es un mes en el que comes todo lo que no comiste durante los once meses previos.

En mi caso, las reuniones pre-navideñas empezaron el primer jueves del mes con la cena de las viejas pasanakeras, un grupo que señoras entre 55 y 65 años amigas de mi suegra y de mi mamá que juegan pasanaku desde casi hace veinte años. Yo juego con ellas, desde que llegué a vivir de nuevo en La Paz. Este mes les tocaba el pasanaku a la Mali y a la Tuca, y es ley en ese grupo que la persona que “recibe el pasanaku” invita una cena opípara donde luce sus habilidades culinarias desde el traguito de bienvenida, el plato de fondo y el postre. Si bien todos los primeros jueves de mes cenamos hasta reventar, la cena de las pasanakeras del mes de Diciembre suele ser Picana, un plato que usualmente se come en Navidad y que consta de una sopa deliciosa que contiene tres carnes y hasta cuatro: de res, de pollo, de cerdo y de cordero, una papa enorme, tunta rellena con queso y choclo tamaño XL, sin contar con la sopa que lleva un chorrito de vino y varias verduras para hacerla más sustanciosa.

Semana 2: Cafés varios con las amigas, almuerzo navideño en la oficina, galletas de jengibre con diferentes decoraciones y almuerzo familiar con el grupo de las Aníbarro cada cual con su tribu para comer un fricasé que a la tía Eve le salió de película, torta y agasajo a los cumpleañeros de Diciembre con llamada al menor del clan hasta Madrid incluida.

Semana 3: cena “bailable” de la oficina de mi choli (léase mimarido) que me dejó knockout todo el sábado, no porque yo haya bebido como cosaco, sino que mi querido esposo suele fumar y echar todo el humo en mi cara, y asistir a sus reuniones sociales cargado de un megatornillo, sin contar con que después no me deja dormir porque ronca en cinco estilos.

Semana 4: semana cumpleañera para mí. Cabe hacer notar que a ratos pierdo la cuenta de los años que cumplí y me aumento un año o me rebajo dos y al final debo restar mentalmente el año actual menos el año en que nací para ubicarme. Dentro de unos años supongo tendré que acudir a pruebas de carbono 14.

Al día siguiente de mi cumple, cena navideña en casa de mi suegra que este año hizo cocinar un pavo que ha debido superar la media “pavuna” en estatura y peso, más la abuela Michi que tiene como premisa “mejor que te haga mal a que se eche a perder”. El 25, día de Navidad, Picana cocinada por mi mamá y luego a dormir como boa después de haber comido tanto.

En Año Nuevo la cena que por razones “hereditarias” fue cerdo (pues si comes pollo u otra cosa te sientes traicionando a la suerte), al día siguiente cociné yo en la casa (yo que suelo “probar” el sabor de mi comida hasta comerme la mitad de la olla).

El sábado, que debíamos equiparnos para nuestras vacaciones que serán en un lugar cálido, tuve que considerar todo lo devorado en el mes de Diciembre (incluyendo panetones deliciosos y chocolates de varios orígenes) más el efecto de las dos marraquetas diarias desde mi vuelta a La Paz. Por lo sano y gracias al espejo, asumí que debo nomás dejar de lado para siempre los biquinis y conseguir una malla “decente” con licra extra en el área de la cintura y la panza para que no parezca que llevo incluido un salvavidas.
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