viernes, noviembre 30, 2007

DE FUTBOLISTAS Y RAMAS ANEXAS

El otro día el Sebas encontró una foto de hace unos buenos años, donde su papá está con un uniforme de arquero y posando junto al equipo de su oficina. Mi choli le dijo que era de las épocas de cuando era arquero del Bolívar. Bueno, ahí quedó la cosa.

Ayer en la hora del almuerzo, el Sebas, muy pensativo le pregunta a su papá:

S - Papá (con esa su vocecita ronca), si eras buen arquero y jugabas en el Bolívar, porqué ahora no juegas en un equipo de otro país?

Vladisao - Es que me he lesionado pues hijito.

S - Ah, (no muy convencido)

Vania - Además, si tu papá hubiera sido futbolista, no se hubiera casado conmigo (como diciendo, CONMIGO! o sea, a tu madre querida no le gustan los futbolitas)

Rodrigo - (Como siempre tan oportuno) Claro, se hubiera casado con una super modelo.

martes, noviembre 27, 2007

PIPOCA & PASANK`ALLA




La Pipoca llegó a la casa de mis suegros el mismo día en que se cayó el cielo en La Paz: el 19 de Febrero de 2002. Ahora tiene más de cinco años perrunos, lo que en equivalente humano serían casi cuarenta.

Es la compañera inseparable de la abuela Michi y la sigue por todo lado. No se lleva para nada con las otras dos perras de la casa: la Canela y la Choca, que viven en el patio. La Pipoca es hecha la de sangre azul, las ignora por completo y las mira como diciendo “nada que ver estas birlochas” así que solo sale afuera para hacer sus necesidades y para tomar un poco de sol. Claro que cuando ella, la Pipo, sale al patio, la abuela mete a las otras dos perras a la cocina para que no molesten.

Ella y yo no somos buenas amigas. Me enferman sus ladriditos constantes y chinchosos y su pose de diva me llega al copete. Cuando ladra desde el sillón del segundo piso me da ganas de agarrarla del cuello con mi bastón y hacerla caer al piso nada más para que se calle, pero es tan mimada de la abuela que ni modo, hay que hacer tripas corazón. Gracias a sus ladridos odiosos diariamente le hago llegar algún “azo” o algún adjetivo calificativo terminado en “uda” y se calla la muy perruna. Lo peor es que como sabe que no la aguanto, aprovecha cualquier ocasión para seguirme de puntitas y cuando me encuentra distraída pega un ladrido agudo y chinchoso que me hace saltar hasta el techo.

Si bien no nos aguantamos mucho que digamos, a veces nos abuenamos y me trae su pelotita azul de goma forrada con una media (y que huele a diablos), para que se la tire. Luego de unos minutos, o me aburro yo o se aburre ella de mi mala puntería y listo, otra vez como si nada. Ahora bien, si a mí no me quiere mucho que digamos, a la Katya (una niñita de 7 años que vive en casa de mi suegra) la odia con todo su corazón perruno. Esta pequeña es bastante traviesa, y le saca canas verdes a la abuela Michi, así que cuando la abuela la trata por alguna cosa, al mismo tiempo que le está tratando la Pipocainsoportable le ladra (qué martirio).

Es todo un personaje la Pipoca Aguirre, insufrible, gruñona, atorrante, hecha la diva… en fin. Quien sabe si se consigue un novio sería menos antipática, un novio de esos como el “vagabundo” de la “dama”, uno que se llame Pasank`alla (pipoca criolla), que se las sepa todas para que la haga feliz de una vez y la saque de esa pose tan antipática.



jueves, noviembre 22, 2007

EL MOSCARDÓN

Cuando era chica les tenía pánico a los moscardones. Claro, en La Paz y viviendo en Miraflores, eran los bichos más grandes que se podían ver a parte de las pocas moscas y las pequeñas hormiguitas que en las mañanas se metían por un agujero a un lugarcito del termo blanco con rayas lilas en el que al parecer entraban a calentarse, así como en un sauna.

Ni bien aparecían los moscardones con ese ruidito molestoso que me estremecía toda, tomaba valor y hacía lo imposible para que se vayan: abría las ventanas y los guiaba con un cuaderno o con un cartón hasta que estén fuera de la casa.

Una vez, cuando tenía como catorce o quince años, un moscardón enorme empezó a zumbar y a volar erráticamente cerca de la ducha. Pegué tales gritos que mi mamá pensó que me estaba electrocutando, así que con su buzo guindo y unas pantuflas blancas le hechó la carrera desde su cuarto al mejor estilo Forrest Gump, hasta que al llegar cerca del baño se resbaló en una alfombra pequeña y se estrelló contra la puerta. Después de oir tremendo y estruendoso ruido salí como pude de la ducha y le abrí la puerta. La pobre al verme sana y salva se olvidó de la caída, pero cuando le dije que los gritos eran por un moscardón casi me ahorca con la tohalla, me da un pantuflazo y me electrocuta de una mirada.

Esta mañana, en la ducha, otro moscardón empezó a hacer su show. El pobre no sabía que mi experiencia con los insectos me ha munido de sangre fría para enfrentar a bichos insignificantes como él, así que ni lo miré. Luego de chocarse unas cuantas veces ruidosamente contra el box de vidrio, se cansó y se escondió en algún recoveco del baño en silencio, derrotado por mi indiferencia.

miércoles, noviembre 21, 2007

DESPEDIDA


Ahora si en serio chau, por un buen tiempo que no sé cuánto durará.

A los carretones tirados por dos caballos famélicos, con llantas de goma y conductores morenitos y sonrientes.
A la vegetación creciendo caprichosa donde le da la gana, a los árboles con florecitas de colores que también florecen cuando mejor les parece.
A las lagartijas de todo tamaño, forma y color que están en todos los recovecos ayudándonos a no perecer bajo el poder de los insectos.
Al amanecer con cantos de pájaros que te transportan imaginariamente al medio de la selva.
A la humedad, a los vientos huracanados, a los sures helados, a los calores que te quitan el aliento.

Las despedidas no son tristes cuando se tiene la certeza de que se va a volver, así sea solamente para disfrutar por pocos días de la compañía de los amigos, los entrañables amigos que quedaron en la ciudad de los anillos.

viernes, noviembre 16, 2007

FELICIDAD

El poder de la memoria es increíble. Ahorita, ordenando mis últimas pilchas en la oficina para encajonarlo todo y mandarlo a Chuquiago, encontré un CD de Emma Junaro cantando a Matilde Casazola, uno de mis favoritos. Este CD se había perdido en el kilombo de papeles y vainas varias que una suele entreverar.

Cada canción me transporta a un lugar diferente, pero la mayoría me traen un recuerdo recurrente cuando las escucho: una de esas tardes que uno quisiera que se prolonguen por siempre, con calorcito de principios de año en la ciudad de los anillos, las sillas verdes metálicas en la galería de una casa también verde, vientito caliente pero refrescante, nachos con salsas varias, una botella de vino blanco fría, a temperatura ideal, y mi choli y yo charlando de asuntos varios como si nos estuviéramos conociendo recién. Hermoso.

Ojalá esta escena se repita pronto. Me extraño sintiéndome tan feliz.


miércoles, noviembre 07, 2007

LA ABUELA MICHI


Se llama Mercedes Aguirre y es la abuela de mi esposo. Tiene poco más de ochenta años pero una agilidad envidiable.

Se despierta tempranito, reza el rosario y al tiro tiene mil cosas que hacer porque todos en esta casa, de una u otra forma llegamos a depender de ella. Una de sus especialidades es despertar a mi suegro cuando él tiene que viajar de madrugada, pues así el viaje sea a las tres de la madrugada, la abuela le prepara el desayuno y lo sube en una charola hasta el tercer piso. Otra: tender las camas todos los días menos los miércoles, pues –según me cuenta – desde que tiene memoria y por los siglos de los siglos, los días miércoles las sábanas no se sacuden, se arreglan ahí mismo nomás.

No le gusta la leche en bolsa, ni en lata, ni otra que no sea la que trae “la lechera”, una cholita viejecita que aunque a veces le engaña en la cantidad de la leche, se la trae dos o tres veces por semana desde que la conozco a la abuela (o sea hace diecisiete años). Una vez que compra la leche la hace hervir con arte y maestría y al apagar la olla le saca la nata. Con esa nata hace unas galletitas adictivamente deliciosas que hornea una vez cada dos semanas.

Nunca la he visto sin hacer nada, y es más disciplinada que soldado japonés, pues todo, absolutamente todo tiene su horario y fecha en el calendario. Luego de rezar el rosario en la mañana y vestirse, siempre con falda y con una especie de mandil con bolsillitos, desayuna, se encarga que todos en la casa desayunemos, cuenta las cucharillas que hay en la cocina (no me pregunten porqué), se encarga de que todos hagan lo que tengan que hacer: ir a la oficina, al colegio, etc. Una vez que cada cual ha tomado su rumbo, pone música clásica o noticias en la radio y teje manteles con hilo “esterlina”. A las 11 ve “Caso Cerrado” y luego ya toca el almuerzo. Termina de almorzar y sube a ver la novela de turno de las 2 de la tarde, por la tarde teje y teje, toma el té a las 5 de la tarde (esté quien esté o aunque no haya nadie) y cena a las siete y media de la noche para luego ver noticioso y acostarse a dormir viendo la telenovela de las 9 de la noche. Una o dos veces por mes juega rummy con un grupo de señoras viejitas.

Es autora de algunas frases célebres como:

- Muchas gracias, provecho, de nada, amén, salud. (al levantarse de la mesa)
- Dios se lo pague y Martín se lo clave.
- Grrrr hágase odiar – cuando alguien hace algún comentario chinchoso.

Hoy en la tarde, cuando volví de hacer algunos trámites del traslado de ciudad, el Rodri, el Sebas y la abuela estaban sentados en la mesa de juego de mantelito verde. La abuela les estaba enseñando a jugar “laberinto”. Era hermoso verlos a los tres concentrados en el juego iluminados por la lucecita que apunta justo al medio de la mesa y con música instrumental (boleros) tocando en la radiecito pequeña. Ese momento sentí que la decisión de volver a Chuquiago fue la mejor de la vida, pese a haber dejado un pedazo de mi corazón en la ciudad de los anillos.

martes, noviembre 06, 2007

ZAPATO NUEVO



Hoy estoy estrenando un nuevo zapato. No, no un nuevo par de zapatos, sino uno impar, ch’ulla, en el pie izquierdo. Lo tengo que usar hasta el 6 de Diciembre, cuando me saquen el nuevo yeso que me acaban de poner.

En fin, tengo por lo menos dos semanas de encierro obligatorio, y lo peor, casi tres semanas (hasta ahora) separada de mi azulito, es decir mi libertad de ir donde yo quiera cuando yo quiera, escuchando la música que me gusta.

Ahora tengo que comprarme un par de medias enormes para que mis pobres dedos no sufran frío, y cuando vaya a Santa Pue, me voy a hacer un hermoso pedicure para disimular el parecido de mi pie al pie de un alien.
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